“Germán David es un ser único, inigualable, con una energía que contagia” dice la
madre del pequeño, Sandra Milena Rojas.
Es el año 2010 y Sandra Milena está
esperando su segundo hijo, después de
la felicidad de haber tenido una pequeña
niña en casa, ella, con su esposo,
madre, hermana y la niña, que ahora
sería hermana mayor, están a la
expectativa de recibir al nuevo miembro
de la familia. Ya sabiendo que era un
niño se emocionan aún más, y anhelan
que llegue el día de recibirlo en casa.
Un embarazo normal y muy tranquilo fue
el que vivió Sandra Milena, incluso más
que el primero. Llegó el día alegre,
donde por fin iban a conocer el nuevo
miembro de la familia, que iba a llenar aún más de amor el hogar; Germán David,
así llaman al pequeño niño, que desde que nació trajo felicidad, amor y mucha
unión a su familia.
Pasando el tiempo, Sandra, la madre del pequeño empieza a notar que su hijo no
se mueve mucho, un poco angustiada consulta a una doctora, quien afirma que el
bebé estaba bien de salud y su comportamiento era algo normal de un niño
juicioso. Ya con esa información, Sandra no descarta que algo le suceda al niño,
por ello sigue indagando.
Después de unas semanas, Sandra contacta a un pediatra que conoció gracias a
su prima; planean una cita a la que va muy puntualmente con su bebé, el doctor
empieza a revisar el niño, hace uno que otro movimiento, mira la reacción de sus
reflejos y con una expresión un poco confusa, dice a Sandra que el niño tiene algo
raro, sin embargo, es mejor hacer exámenes más a profundidad para saber qué
era.
Los exámenes que debían hacer eran muy costosos, razón por la que Sandra
decide acercarse a la EPS a solicitarlos. Después de mucho tiempo de espera, y
el niño ya con dos meses de nacido, empiezan a hacer los estudios pertinentes.
Los resultados fueron los más demorados, pues los entregaron aproximadamente
cuatro meses después.
El bebé ya con seis meses, es diagnosticado con parálisis cerebral y un retraso
mental, los médicos decían que el niño nunca se iba a mover, o iba a realizar
acciones como caminar, sentarse o jugar como los niños de su edad. Asustada,
Sandra y su familia empiezan a investigar todo a cerca de la discapacidad de
Germán David, y cómo podían ayudarle. En medio de toda la situación que
estaban viviendo, el amor y la unión de familia les permitió buscar soluciones.
“Yo decía que era mentira eso que mi hijo nunca iba a caminar” frases así eran las
que decía constantemente Sandra y su esposo, todos tenían la fe para saber que
todo estaría bien. Semanas más tarde, el niño empieza terapias físicas, de
lenguaje y ocupacionales, donde empiezan a ver resultados favorables en la salud
del pequeño.
Con un año y medio de edad, Sandra descubre un proyecto liderado por la
Alcaldía de Suba para niños con discapacidades, donde hacían equinoterapia,
(que es empleada por profesionales de la salud física o mental para promover
ayuda terapéutica con animales como los caballos, con el fin de fortalecer
habilidades neuromusculares).
Esto podía ayudar a Germán, por ello, Sandra va a buscar un cupo para su hijo;
en la alcaldía le dicen que el curso es para niños de dos años en adelante, sin
perder la esperanza esperan que pasen los seis meses para que Germán David
pudiera ingresar. Así fue, ya con la edad necesaria para hacer parte del proyecto,
el pequeño inicia sus clases en Cota. No fue sencillo el proceso, pues las clases
eran lejos de su casa, debían coger transporte que en ocasiones se demoraba
mucho y no los dejaba cerca, por ende, tenían que caminar en medio del barro; sin
embargo, Sandra acompaña a su hijo en todo.
En estos ejercicios Germán desarrollo la fuerza suficiente en su cuerpo para poder
sentarse y hacer nuevas actividades. Después del programa, una trabajadora de
Integración Social, afirma que ya es momento que el niño ingrese a un jardín
infantil, pues allí podía seguir desarrollando sus capacidades.
Con temor de que su pequeño se enfrentara a un nuevo mundo totalmente
desconocido, a compartir con más personas, Sandra con ayuda de su familia toma
la decisión y empieza a reunir los documentos necesarios para el ingreso del niño
al jardín. Es así como Germán David ingresa al jardín, donde tuvo un
acompañamiento de profesionales para su desarrollo, allí adquirió muchos de los
conocimientos que utiliza a diario para desenvolverse.
El jardín fue una época enriquecedora para la vida de Germán David, allí estuvo
un año más. Posteriormente, el niño entra al colegio, donde a pesar de las
dificultades que tuvo por el bajo conocimiento de inclusión en la institución,
destacó y se adaptó a los cambios que esto trajo consigo. Con el tiempo los niños
empiezan a involucrarse con Germán, y se crean grandes amistades.
En el año 2018, pensando que era una academia deportiva, Sandra conoce
FUNDEI por sus clases de deportes; con intriga de saber que ayudaban a
personas con discapacidades decide acercarse a una clase en el parque Fontanar
de Suba. Conociendo a las personas encargadas se da cuenta que hacen su
trabajo con pasión y amor, desde ahí ella con su hijo asisten a la fundación.
En FUNDEI Germán desarrolla su potencial en artes, es un apasionado por usar
su cuerpo para comunicar, además, día a día fortalece sus capacidades motrices y
mentales gracias al acompañamiento constante de profesionales. Su madre,
también es beneficiada, pues a pesar de los obstáculos que ha tenido en su vida,
allí puede aprender nuevas cosas para su beneficio personal.
Las personas más importantes para la vida de Germán David son su abuela, su
madre, tía, y hermana, con quienes tiene una relación especial. Su hermana es
una apasionada por indagar sobre las múltiples discapacidades, es así como ella
también ayuda como voluntaria en FUNDEI, y acompaña a su hermano en cada
proceso.
Hoy, Germán David es un niño feliz, rodeado del amor de su familia. Es una
persona alegre, demuestra que no hay dificultades, todo se trata de aceptar cada
reto con actitud positiva. Toma cada experiencia como un desafío para poder
crecer y hacer feliz a las personas que lo rodean.