Con cariño habla Ana Lucía Pedraza de su hija; Luz Nardelly Perea es una mujer que a
pesar de los obstáculos siempre en su cara dibuja una sonrisa a las personas que la
rodean. Aunque se le dificulta caminar, hace un esfuerzo por ser independiente, incluso
ayudar a los demás en lo que le sea posible.
Años atrás, Luz vivía una infancia tranquila, mientras su
mamá trabajaba ella asistía al jardín, un lugar donde
compartía con más niños, sus profesoras y a diario
adquiría nuevos conocimientos. Uno de sus juegos
favoritos era el rodadero, en los descansos se dirigía a
ese mágico lugar que la transportaba de un lugar a otro,
de arriba a abajo, podía sentir como el aire rozaba su
cabello, y en el estómago, un vacío que le generaba
felicidad.
Un día, mientras jugaba en el rodadero uno de sus compañeros al no dejarla pasar, la
empujó, ella cayó en la base de metal, lo que causó un fuerte golpe en su cabeza;
asustadas por la situación, las maestras deciden llamar a la mamá de Luz. Al llegar, la
niña ya estaba más tranquila, sin embargo se podía percibir algo diferente en ella.
Días después todos podían notar que Luz no caminaba de la manera correcta, pues
perdía el equilibrio y caía al suelo, por ello, tenía raspones en las manos, las rodillas,
los brazos, e incluso la cara. Sin saber por qué sucedía esto, la madre de la pequeña
decide llevarla al médico, quien no puede dar una explicación de la situación.
Pasadas unas semanas al ver que su hija no mejoraba, Ana lleva a Luz nuevamente al
médico. Mientras llegaba el neurólogo una doctora se acerca, la saluda, hablan un
poco y ordena un encefalograma; el mismo día toman el examen. Luego de un tiempo,

Ana va por los resultados, en una larga espera, le dicen que la doctora que la había
atendido estaba de vacaciones, por esta razón la recibe otro doctor.
Con gestos que indicaban algo malo, y los exámenes en la mano, el doctor dice sin
compasión que por el golpe tan fuerte en la cabeza, la pequeña había desarrollado
encefalopatía, una enfermedad cerebral que altera la función correcta del mismo;
también, lo que llaman un “pequeño mal”, que consiste en convulsiones, aunque son
breves, genera alteración de la conciencia y golpes. Esa era la razón por la que Luz
caía con frecuencia. “En ese momento uno siente que el mundo se le viene encima” fue
la sensación de Ana después de escuchar el médico.
Con un vacío en su pecho y en el estómago, salen madre e hija del consultorio. Sin
saber qué hacer, Ana trata de continuar con su vida, sin embargo, no es sencillo el
cuidado de la pequeña, pues las actividades que hacía con normalidad antes ya no
eran igual, como bajar las escaleras, caminar, correr y jugar. En medio de todo esto,
Luz seguía siendo la misma niña alegre, atenta e inteligente.
Mientras su madre continuaba trabajando para sostener a la pequeña familia de dos,
Luz sigue en el jardín, socializando con sus compañeros y aprendiendo nuevas cosas.
Aunque no era sencillo trabajar, hacer el rol de padre, madre y enfermera Ana continúa
con su camino.
Ya con la edad para entrar al colegio, la niña está
preparada para conocer ese nuevo mundo que la
esperaba. No fue fácil encontrar un colegio que
brindara el servicio que necesitaba Luz para su
desarrollo; es por eso, que su madre toca muchas
puertas para poder conseguir un cupo. El primer cupo
lo consiguió en el colegio “Bolivia”, que atendía a
personas con discapacidades múltiples. Allí estuvo un
tiempo hasta que una trabajadora social ayudó a Ana
para que Luz pudiera ingresar a un colegio privado “Alpes”, donde podía tener un mejor
acompañamiento para sus necesidades.

Luego de unos meses en el colegio “Alpes” hubo un cambio de dirección y
administración, razón por la cual Luz pierde el cupo y vuelve a su anterior colegio,
donde aprende lo básico. En esta institución, destacaba por ser participativa, noble,
amable, y atenta a las instrucciones que daban sus maestros.
Pasó el tiempo, Luz fue creciendo en estatura, pero en edad mental alcanzó los doce
años. En el año 2016, Ana, por las recomendaciones de una amiga, conoce la
Fundación de Desarrollo y Emprendimiento Integral FUNDEI, lugar donde apoyan a
personas con discapacidad cognitiva y sus familias; por la información que había
recibido se acerca a las instalaciones de la fundación, muy interesada en los procesos
se vuelve una de las primeras beneficiarias.
En este lugar, Luz ha aprendido a desarrollar nuevas actitudes, aptitudes y
conocimientos. Destaca por ser una mujer amable, con carisma, aplicada y tierna. Día
a día Luz se esfuerza por aprender más y destacar a pesar de los obstáculos, además
enseña que todo es posible, solo hay que tener buena actitud frente a los problemas
que trae la vida.